PACTO GLOBAL, ...POR PARTES



La noticia del acuerdo con el gobierno en materia de pensiones me causó sensaciones contradictorias.

Aunque era una posibilidad tras el anuncio de apertura de negociaciones con el comienzo del año, la contundencia con las que se trazaron las líneas rojas durante las fechas finales de 2010 me hacían inclinarme más hacia un desacuerdo que hacia el pacto.

He de reconocer que pensé que la estrategia de provocar una negociación de carácter global incluyendo todos los temas abiertos (pensiones, reforma laboral, negociación colectiva, políticas de empleo…) tenía como objetivo conformar un escenario en el que se plasmase que en ninguno de estos aspectos era posible el acuerdo y que eso justificaría, armaría y legitimaría aún más la necesaria movilización general.

Por lo tanto, lo que se preparaba era una movilización, no ya solo por las pensiones, sino por un ataque global contra todo el marco de derechos sociales y laborales.

Aún siendo consciente de que sacar adelante una nueva huelga general- a la vista del resultado y de la dureza de la anterior- era una tarea que iba a requerir mucho esfuerzo, que iba a contar con pocos entusiasmos y que iba a tener muchos detractores, estaba convencido de que era imprescindible convocarla y hacer todo lo posible para que fuera un éxito.

Por lo tanto, desde el momento en que el gobierno anunció sus medidas para el sistema de seguridad social, y puso fecha para tomarlas, me he sumado a aquellos que han propuesto la movilización vinculando la reivindicación de retirar la reforma laboral con el rechazo a las decisiones en pensiones y exigiendo el respeto a la autonomía de las partes en la negociación colectiva.

Me atrevo a decir que durante el proceso de negociación, la sociedad estábamos divididos en tres bloques: los que rechazaban cualquier pacto, incluso el hecho mismo de negociar; los que desconfiados del proceso esperaban ver los resultados para poder calibrar el alcance; y los que anhelaban un acuerdo a toda costa para evitar verse envueltos otra vez en un conflicto de carácter general.

Teniendo claro que lo que va trascendiendo del acuerdo de pensiones no puede valorarse en ningún caso como un avance en derechos, ni tan siquiera en un equilibrio entre las posiciones iniciales de cada parte, creo que el pacto tal y como se está configurando, y de cumplirse las expectativas en los temas que quedan sin cerrar, cumple al menos un objetivo: frenar las especulaciones sobre la viabilidad del sistema de pensiones y evitar una fuga masiva al sistema de capitalización privado.

Evaluar el coste social del acuerdo es más complicado que tasar el económico. Las condiciones de acceso a la totalidad de la pensión por la que cada uno cotizamos se endurecen en todos los casos. Para algunos no les afectará por tener años cotizados de sobra. Para otros se retrasarán sus pretensiones al menos dos años. Pero para los más jóvenes se pondrá mucho más difícil que lo tenían hasta ahora, ya de por sí muy complicado.

Es aquí donde entra en juego la clave de la decisión. El problema es la pensión, pero por su vinculación a la vida laboral. Con una vida laboral con cotizaciones continuadas el acceso a la pensión se endurece, pero con cotizaciones irregulares es simplemente imposible llegar al 100% del derecho.

Si quienes han protagonizado las reuniones desde la parte sindical ven una posibilidad de abordar el asunto desde la mejora de las condiciones laborales sobre la última reforma laboral, desde la garantía de empleabilidad y cotización, desde el refuerzo del papel de la negociación colectiva como herramienta para mantener los derechos colectivos y mejorar la capacidad de aumentar las cotizaciones (vías salario y/o productividad) el coste es, bajo mi punto de vista, asumible.

Si quienes han protagonizado la negociación desde la parte sindical han previsto que la repercusión social del acuerdo es más favorable que el desgaste de la movilización entiendo su posición.

No me voy a poner del lado de los que nunca han aceptado la negociación pero tampoco de los que anhelaban el acuerdo.

Creo que una mayoría de la sociedad ha respirado cuando ha conocido de la existencia de un pacto que evite el conflicto. Igual que creo que una parte importante de los que estaban reclamando la movilización se sentirán totalmente decepcionados.

Yo para ser sincero, considero que el contenido del pacto es mejor de lo que pensaba que podrían arrancar, lo suficiente para no cuestionar a quienes lo avalan pero insuficiente para defenderlo.

Hasta que no se vea su alcance en la reforma laboral -que estoy convencido que se ha pactado- y no conozcamos los pormenores de la de la negociación colectiva- que ha quedado de momento en una declaración de intenciones- no podemos hablar de un pacto global.

Por lo tanto, de momento, asumir el de pensiones por sí sólo es un acto de fe que mi religión no me permite.

Comentarios

Entradas populares de este blog

REFLEXIONES NECESARIAS

Cádiz bien vale una misa