6001
Yo no participé en las
manifestaciones del 25S.
No lo hice por las dudas que me
generaban no tener claro cuál era el objetivo real de la convocatoria. No lo
hice por el oscurantismo que representaba la maraña de convocantes. No lo hice
porque no compartía el ataque generalizado a todos los políticos. Y no lo hice
porque se cuestionaba la legitimidad del Congreso.
Creo sinceramente que la
convocatoria tenía cierto riesgo de avalar actuaciones tan peligrosas política
y socialmente como las que intentaba combatir.
Según se iba acercando la fecha
iban aumentando mis simpatías hacia la convocatoria animado por una parte, por la
actuación del Gobierno y de los diferentes portavoces del Partido Popular. Por
su intento de generar un clima de violencia sobrevenida, por sus disparatadas
comparaciones atribuyendo a la convocatoria intenciones que muchos de ellos quizás
hubieran anhelado en otro momento.
Pero con lo que más empatizaba
era con las muchas personas que manifestaban su intención de asistir porque
necesitaban hacer algo para exigir un cambio en la situación.
Gentes que veían en esta
protesta un cauce para transformar la forma de hacer política, una manera de
expresar su rechazo a las agresiones del gobierno, a la ineficacia de la
oposición y a la anulación de las funciones del parlamento como sacrificio a los mercaderes.
Estas miles de personas
demostraron el 25S que no son descerebrados, ni violentos, ni antidemócratas,
ni sumisos.
Muchos de ellos fueron tratados
como vándalos, acosados y acusados desde el poder económico y político.
Los lacayos de los mercaderes
temen a las personas libres, pacíficas y con sentido de la justicia y la
democracia. Si son pocos los ignoran y ningunean. Cuando aumentan los
deslegitiman y acosan. Si empiezan a ser muchos intentan liquidarlos.
El 25S se produjo un grave
ataque a la democracia como algunos preveían. Pero los que la han puesto en
riesgo no han sido los manifestantes sino quienes articulan la maquinaria del
poder.
La utilización de la maquinaria
estatal para intentar liquidar los movimientos contestatarios, para anular la
voluntad de los ciudadanos y persistir en la estafa electoral es más peligrosa
para la democracia que cualquier manifestación.
Por eso, para defender la
democracia, para defender la política de los ciudadanos, para que Rajoy no me
cuente entre los ciudadanos de bien que le apoyan acudiré el sábado 29S a la convocatoria
“rodea el congreso” y gritaré.
Gritaré a favor de la democracia
y pediré la dimisión del gobierno.
Así que, Señora delegada del Gobierno
en Madrid, apunte: el sábado, al menos seremos 6001.
Yo si participé en la manifestación de 25S.
ResponderEliminarSin embargo yo también tuve dudas unos cuantos días atrás, por los mismos argumentos que has expuesto tu y por un argumento mas, que es la denostación hacia lo sindical (una cosa es criticarlo y otra es pisotearlo), aun no estando a la altura que precisa la situación actual por no haber sido capaces de liderar la situación.
Pero el corazón y la cabeza me dijo que tenía que estar, las reglas de juego se empezaron a romper en el año 2008 y actualmente están rotas y se están aprovechando gobiernos y empresarios dejando a muchos trabajadores en exclusión social y a otros apunto, sin trabajo, sin educación y sanidad pública. Por eso solo cabe salir a la calle, romper las reglas de juego, como ellos la han roto que nos cojan miedo a que se les pueda escapar de la manos la situación, solo así podremos recuperar derechos. Es tiempo de lucha y rebeldía.
Los medios de comunicación (todos pocos creíbles, por lo menos los grandes y medianos) y el PP con Cospedal a la cabeza (destructora de derechos socio-laborales y diciendo los del 23 F) me reafirmaron mi asistencia al 25S y a las que vengan.
Por cierto es interesante ver en estas manifestaciones y concentraciones a gente conocida de otras manifestaciones (sindicalista, afiliados) y también a gente diferente muy heterogénea. Ojala podamos hacer un frente común seguro que no somos tan diferentes en lo que queremos.
JUANMA