VOTO DE DESIGUALDAD.



Son innumerables los estudios, las denuncias, los ámbitos, las organizaciones, instituciones, etc…que destacan que el más perverso de los efectos que la situación económica por la que atravesamos (que me niego a llamar crisis) está teniendo en la sociedad, es el aumento de la desigualdad.
La pobreza aumenta en este país, en número de personas y en grado de pobreza. Y la riqueza también aumenta, aunque no tanto en número de personas como en el grado de riqueza.
Hay pobres que hace unos años jamás pensarían que podrían estar en esta situación. Hay personas que, sin ser pobres, corren serios riesgos de pasar “oficialmente” a serlo por lo inestable de su situación.
Imagino que tanto unos como otros, en su mayoría deben sentirse  indefensos, impotentes, descreídos de promesas y, sobre todo, de políticas y de gobernantes.
Estos vecinos y vecinas, a algunos pueden inspirarnos solidaridad, necesidad de buscar con y para ellos y ellas soluciones desde la dignidad, el reconocimiento de los derechos y la exigencia de responsabilidades.
Hay a quién inspiran pena, compasión. Quienes desde la buena voluntad intentan paliar alguna situación cercana, conocida, de manera temporal y sujeta siempre a voluntades particulares.
Y hay a quienes estas personas, los pobres, les supone un problema.  Quienes piensan que la pobreza es un mal que algunos se buscan por su abandono, su poca capacidad. Pero en todo caso es algo que, no sólo no va con ellos, sino que les molesta tener cerca de ellos o de sus hijos.
Esta gente exige de sus gobernantes medidas que les blinden de esa molestia. Exigen que sus impuestos se destinen a mantener fuera de sus vidas a aquellos que han dejado de ser como ellos.
No estoy hablando de zonas de alto nivel adquisitivo, ni de poblaciones ricas. Esto pasa en Parla.
En un municipio como el de Parla en que 2.000 familias se encuentran en los diferentes circuitos de ayuda alimentaria. En el que más de 23.000 personas se encuentran por debajo del umbral de la pobreza. En el que 3.000 se encuentran en pobreza severa.
Una parte de la población de Parla, que dispone aún de recursos suficientes para permitirse algún capricho o algún gasto extra, no ve con buenos ojos que sus hijos vayan a colegios donde se encuentren con compañeros y compañeras que van a clase sin desayunar, que no pueden costearse los libros, que no pueden pagar el comedor, que no pueden realizar actividades extraescolares, ni excursiones culturales.
Compañeros y compañeras que retrasan el nivel del grupo porque su situación personal, familiar, la tensión que viven en sus casas, la falta de espacios y de alimento adecuados les impide concentrarse y aprender al mismo ritmo que los que tienen todas esas necesidades cubiertas.
No es un problema sólo de inmigrantes como algunas veces nos quieren hacer ver. Es un problema de clase económica, de pobreza, de desigualdad.
Y eso lo saben bien los políticos y políticas de derechas de nuestro país. Y saben que atender y fomentar esa demanda, además de ser un suntuoso negocio, es un buen capazo de votos.
Por eso, en lugar de poner los recursos de todos para atajar la solución de desigualdad que genera la pobreza económica, dejan sin ayudas a las familias más desfavorecidas, impidiendo que sus hijos se mantengan en los comedores escolares. En lugar de proporcionar medios para facilitar el aprendizaje, la convivencia y la integración reforzando con profesorado y facilitando los libros de texto y material escolar, no dudan en poner los recursos de todos en favor de unos cuantos.
Y si de educación hablamos, la cuadratura del círculo se consigue dando cobertura a esa demanda a través de proyectos educativos que fomenten las diferencias: entre sexos, entre culturas, entre religiones, entre estatus económicos, entre estatus sociales, entre procedencias. Que destaquen la supremacía de su grupo sobre los demás. Que  preparen a sus “clientes” para ser competitivos  dirigentes o profesionales, ellos,  y complacientes servidoras, ellas.
Este es el objetivo del nuevo centro educativo concertado propuesto para Parla Este.
 La oportunidad está servida. De una parte han creado la necesidad de atender la falta de plazas educativas reivindicadas en los últimos años, retrasando repetidamente la ampliación del centro público existente y la creación de uno nuevo, en un barrio tan joven como es Parla Este. Y  de otra  alimentan esa separación de los que molestan con su pobreza y sus diferencias.
Esta es la estrategia del Partido Popular en Parla. Espera que la desigualdad le proporcione los votos que necesita para hacerse con la Alcaldía.
Y que mejor aliado que la Iglesia Católica para estos fines.
Una Iglesia cuya jerarquía rompe su voto de pobreza con suculentos negocios y cultiva intensamente el voto de desigualdad.

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